Los defensores de los procesados en el caso Almería sorprendieron ayer al tribunal y al público que asiste al juicio al renunciar, poco después de iniciado el turno de su prueba testifical, a la mayor parte de sus testigos cuando sólo habían declarado tres de estos últimos. La impresión que se extendió entre los asistentes fue que la decisión se adoptó por los defensores tras constatar que el acusador particular conseguía hábilmente neutralizar el testimonio de estos testigos y hasta arrancar, con su táctica envolvente y minuciosa de interrogar, un testimonio favorable a su tesis acusatoria.
Con la conclusión de la abundante prueba testifical de la acusación particular y el inicio de la de la defensa, ya muy disminuida por la renuncia a una parte importante de la misma, comienza a vislumbrarse ya una fecha para el final de este largo juicio sobre el caso Almería, actualmente en su cuarta semana de duración. Según las previsiones más realistas, la última sesión del juicio no debería celebrarse más allá de la mitad de la semana del 19 al 25 del presente mes.La prueba testifical propuesta por la acusación particular terminó ayer con el testimonio de los cinco pescadores deportivos del club El Palmerás, que pasaron en la madrugada del día 10 de mayo de 1981 por el punto kilométrico 8,400 de la carretera de Gérgal, cuando todavía ardía el Ford Fiesta en un cuyo interior se encontraban Luis Montero, Luis Cobo y Juan Mañas. Según el testimonio unánime de los cinco, aquel día salieron de Almería en el coche de uno de ellos a las seis de la mañana y llegaron hacia las 6.45 horas lugar de los hechos que se juzgan. Antes de llegar a este lugar observaron señales de fuego, pero pensaron que se trataba de pastores que habían encendido una lioguera. "Cuando llegamos", dice el conductor del vehículo, Juan López Almécija, "vimos que se trataba de un coche. Paré. Hice intención de bajar, pero en ese momento se acercó una persona de paisano, que afirmó ser de la brigadilla de la Guardia Civil, al que yo dije que llevaba un extintor que podía servir para apagar el fuego. Esta persona me contestó que no era necesario, pues los heridos ya habían sido evacuados y que, por tanto, podíamos continuar".
-¿Usted se lo creyó? inquiere el acusador particular.
-Sí. Pero aún hice una segunda oferta del extintor, pero se me dijo que continuase.
Todos los testigos coinciden también en que en el momento de llegar a aquel lugar el fuego era bastante fuerte y que las llamas sobrepasaban la altura de la carretera. El testimonio de los pescadores contradice la versión de los procesados, y muy particularmente la del guardia conductor Manuel Fernández Llamas, quien manifestó ante el tribunal que, aunque pasaron algunos vehículos, a ninguno de ellos se le permitió detenerse en el lugar. Los primeros testigos de los defensores que coimparecieron ante el tribunal, antes de su renuncia a una buena parte de los que habían propuesto, fueron un guardia civil de servicio en la madrugada del día 10 de mayo en el aeropuerto de Almería, un guarda jurado de dicho aeropuerto y examinó el Ford Fiesta de las víctimas por orden del juez instructor.
A preguntas de los defensores, el testigo declaró que la llave de contacto del Ford Fiesta estaba en posición de marcha y que su palanca de cambios estaba introducida en segunda marcha.
El acusador particular consiguió que el testigo declarase que en esa posición de la llave de contacto el coche también podía estar parado y que la palanca de cambios podía estar introducida en la marcha segunda por la situación en que había quedado la caja de cambios después de la tragedia.
La tesis mantenida por el acusador en sus conclusiones particulares es que el Ford Fiesta fue deslizado hacia atrás, y en punto muerto, por el terraplén por donde cayó antes de incendiarse.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/GUARDIA_CIVIL/CASO_ALMERiA/defensores/renuncian/parte/testigos/caso/Almeria/elpepisoc/19820707elpepisoc_3/Tes
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