En el día de ayer acudí a las 10 de la mañana al Banco de Fomento, sucursal urbana de la calle de Orense, designada por el Inem, imagino que entre otras, para el pago de prestaciones de desempleo.Esta oficina bancaria, como todas, tiene un sistema de acceso de doble puerta con un espacio intermedio, donde ayer las personas quedaban encerradas mientras un vigilante jurado de la empresa Candi, al otro lado del cristal, en funciones que no le son propias, gritaba literalmente: "¡Los que vengan a cobrar el. desempleo, que enseñen el carnet de identidad!".
Acto seguido se dedicaba a comprobar con la lista de perceptores (¿qué hacía en sus manos?, ¿o es de uso público?) los números de carnet de identidad de las 10 o 12 personas que permanecían encerradas entre las dos puertas. Aparte lo vejatorio del sistema, ciñendo la sospecha y desconfianza a los desempleados, que deshonra en primer lugar, al banco y al director de la sucursal, no extrañará a nadie que si el director de una sucursal bancaria asimila desempleo a peligrosidad social, haya quien, con menos cultura, identifique negocio bancario con usura.
Si yo fuera presidente del Banco de Fomento, a título ejemplar, pondría a este empleado (el director) en condiciones de lucir su DNI al mismo agente de seguridad por idénticos motivos, en cumplimiento de sus propias normas. Y es un deseo sólo literario, sin ningún espíritu de venganza: apenas un toque de atención.
Pero este supercontrol discriminatorio e intencionadamente ofensivo no se corresponde con la adopción de medidas de ele-
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mental competencia técnica y profesional generalmente aceptadas.
Cuando el auxiliar de caja, a continuación de pagar, se ausenta de la ventanilla mientras el cliente, en uso de sus elementales derechos, comprueba la cantidad, o, en otras ocasiones, mientras el cliente está aún contando o recogiendo su dinero, comienza a operar con el siguiente, etcétera, resulta evidente que hay deficiencias de bulto en el control interno.
Resulta increíble que queden personas de este talante administrando con cinismo fondos ajenos como si fueran propios, en este caso fondos del desempleo, esgrimiendo contra los beneficiarios su condición de desempleados como causa de discriminación. Como asombroso es que tan lúcido técnico ignore el origen de los fondos que administra. Torpeza recalcitrante que, además de negarse a cualquier observación sobre tales procedimientos, aún manifestaba deseos de hacer gala de un obtuso ingenio. - .
http://www.elpais.com/articulo/opinion/BANCO_DE_FOMENTO/Desempleados/peligrosos/elpepiopi/19871020elpepiopi_9/Tes
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